sábado, 18 de abril de 2009

LOS PRIMEROS SANTOS MARTIRES DE LA IGLESIA ROMANA

En el siglo I se contaban por centenares a los convertidos a la fe cristiana que fueron martirizados por no negar a Cristo, único Dios verdadero. En esta fecha se conmemoran todos aquellos mártires anónimos durante las encarnizadas persecuciones, así como el compromiso de todo cristiano que debe permanecer a la escucha de la Palabra y estar dispuesto hasta al sacrificio antes de negar a su Creador.

30 DE JUNIO
LOS PRIMEROS SANTOS MARTIRES DE LA IGLESIA ROMANA
Esta celebración, introducida por el nuevo calendario romano universal, se refiere a los protomártires de la Iglesia de Roma, víctimas de la persecución de Nerón después del incendio de Roma, que tuvo lugar el 19 de julio del año 64.
Quien se convertía era plenamente consciente de que el cristianismo suponía una opción radical que implicaba la búsqueda de la santidad y la profesión de la fe, llegando, si fuera necesario, a la entrega de la propia vida.
El martirio era considerado entre los fieles un privilegio y una gracia de Dios: una posibilidad de identificarse plenamente con Cristo en el momento de la muerte.

Junto a esto, la conciencia de la propia debilidad les llevaba a implorar la ayuda del Señor para saber abrazarlo, si se presentaba la ocasión, y a venerar como modelos a los que habían alcanzado la palma del martirio.

En el año 64 un incendio devastó 10 de los 14 barrios de Roma. El emperador Nerón, acusado por el pueblo de ser el autor del mismo, echó la culpa a los cristianos. Empieza la primera gran persecución que durará hasta el 68 y verá perecer entre otros a los apóstoles Pedro y Pablo.
¿Por qué Nerón persiguió a los cristianos? Nos lo dice Cornelio Tácito en el libro XV de los Annales: “Como corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas excepcionales, a los que el pueblo llamaba cristianos”.
En tiempos de Nerón, en Roma, junto a la comunidad hebrea, vivía la pequeña y pacífica comunidad de los cristianos. De ellos, poco conocidos, circulaban voces calumniosas. Sobre ellos descargó Nerón, condenándolos a terribles suplicios, las acusaciones que se le habían hecho a él mismo.
Por lo demás, las ideas que profesaban los cristianos eran un abierto desafío a los dioses paganos celosos y vengativos... “Los paganos—recordará más tarde Tertuliano— atribuyen a los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo. Si las aguas del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por el contrario el Nilo no se desborda ni inunda los campos, si hay sequía, carestía, peste, terremoto, la culpa es toda de los cristianos, que desprecian a los dioses, y por todas partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”.
Nerón tuvo la responsabilidad de haber iniciado la absurda hostilidad del pueblo romano, más bien tolerante en materia religiosa, respecto de los cristianos: la ferocidad con la que castigó a los presuntos incendiarios no se justifica ni siquiera por el supremo interés del imperio.
Episodios horrendos como el de las antorchas humanas, rociadas con brea y dejadas ardiendo en los jardines de la colina Oppio, o como aquel de mujeres y niños vestidos con pieles de animales y dejados a merced de las bestias feroces en el circo, fueron tales que suscitaron un sentido de compasión y de horror en el mismo pueblo romano.
“Entonces —sigue diciendo Tácito—se manifestó un sentimiento de piedad, porque se veía que eran eliminados no por el bien público, sino para satisfacer la crueldad de un individuo”, Nerón.
Entre los mártires más ilustres se encuentran el príncipe de los apóstoles, crucificado en el circo neroniano, en donde hoy está la Basílica de San Pedro, y el apóstol de los gentiles, San Pablo, decapitado en las “Acque Galvie” y enterrado en la vía Ostiense.
Después de la fiesta de los dos apóstoles, el nuevo calendario quiere celebrar la memoria de los numerosos mártires que no pudieron tener un lugar especial en la liturgia.

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